Incendio en el
Pinar
Martes 31 de julio de 2012
Día triste el que estamos viviendo en la
Tierra de Arévalo. Ruina histórica se puede denominar a la tragedia que hoy se
ha producido en nuestra comarca. A salvo de lo que nos cuenten mañana las notas
de prensa, las nubes negras que nos han llegado durante todo el día hasta el
pueblo de Orbita nos auguran los peores presagios.
Ahora mismo son las doce y media
de la noche y yo acabo de regresar a casa desde el pinar de Orbita adonde llegó
a últimas horas de la tarde el voraz incendio, después de ser animado por un
fuerte viento del Oeste y cruzar el río Adaja. Allí hemos acudido un grupo de
voluntarios del pueblo con la idea de colaborar en las labores de extinción .
Acabo de presenciar en esta noche de luna llena, cómo las nubes de humo se
colaban por entre los pinos, cómo el olor a quemado lo inundaba todo, cómo los
rescoldos centelleaban. Pero lo más triste era ver desde lo alto, cómo el lecho
del río estaba plagado de innumerables
piras crematorias que se alzaban fulgurantes y amenazantes. Al otro lado de la
ribera, en pleno Pinar de Arévalo , todavía permanecían vivos los rescoldos y
las llamas.
Mañana la luz del día nos dirá la
extensión y la intensidad de la
catástrofe. También nos dirán si el fuego se extingue del todo o se reaviva de
nuevo. Surgirá de nuevo la polémica sobre el mal estado de conservación de
nuestros montes, sobre el abandono de nuestro patrimonio forestal y se volverá
de nuevo a culpar de todo a la omnipresente crisis. Pero lo cierto es que todos
los que amamos y defendemos nuestro patrimonio siempre habíamos presentido que
esto tan trágico algún día iba a suceder, como está sucediendo en otros
lugares. El pinar de Arévalo y los de los pueblos circundantes, las cumbres y
cárcavas del río han sido el paisaje mítico de nuestra infancia a donde
nuestras madres nos llevaban para
curarnos, con “el aire del pinar”, las dolencias infantiles. Allí, en el río,
pasábamos muchas tardes en alegres aventuras juveniles. Allí llevábamos a
nuestros hijos a merendar y a bañarnos
en las tardes de verano.
De todo esto no sabemos qué
quedará mañana. Tampoco sabemos si, siendo, como se presupone, un fuego
intencionado, el autor de este crimen podrá dormir tranquilo o tal vez orgulloso
de su hazaña. Lo cierto es que poco a poco nuestro paisaje se degrada cada año
más, que nuestras tierras, a pesar de los costosos intentos por introducir
nuevos regadíos, se van desertizando poco a poco. Era la única masa forestal
existente en la zona norte de la provincia de Ávila, que desde muchas
asociaciones, como la nuestra, se ha tratado de defender acudiendo en múltiples
ocasiones a las autoridades competentes de La Junta solicitando una mayor
protección, entre otras razones por ser la única. Pero ya el pesimismo nos
invade y vemos que no sirvió de nada,
que campan a sus anchas por nuestras tierras aires de abandono y desastre y que
algunos de nuestros “conciudadanos” se alegran y celebran tal vez sus valientes
hazañas.
Ángel
Ramón González González
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